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16-dic.-2025, martes de la 3.ª semana de Adviento

Jesús atrae nuestra voluntad, que se opone a la voluntad de Dios, que busca la autonomía, atrae esta voluntad nuestra a lo alto, hacia la voluntad de Dios.

Alegre y radiante amanecer en este segundo día de nuestra semana y primero de nuestra travesía de nueve días saliendo al encuentro de Jesús, José y María, que también como peregrinos van en camino hacia Belén. Hoy también queremos caminar con nuestra sagrada familia e invitar a nuestros hermanos que nos quieran acompañar a ir al encuentro del amor que nacerá lleno de cosas lindas. Queremos disponer en nuestros corazones la hospitalidad que encontrará en nuestra comunidad, nuestras familias y nuestros vecinos. Queremos encontrar la puerta de hospitalidad, abierta de par en par para cuando venga el Señor y nos digas: “Es necesario que hoy me hospede en tu casa”. 

El Evangelio nos presenta este mandato del «dueño de la viña». La respuesta de cada uno de los dos hijos puede ser la nuestra: decir que voy, pero luego no ir, o bien, decir que no y después hacer lo que se nos pide. Dios es el dueño de la viña en que vivimos: el mundo, nuestra ciudad, nuestra familia… A ella nos envía y lo hace porque confía en nosotros. Es más, nos manda en su nombre.

La opción que tomemos marcará nuestra propia vida y la de quienes viven con nosotros, definirá nuestra fe y la hará únicamente teórica y baldía o se convertirá en Amor, es decir, en el fruto que tú esperas para nosotros. El inicio de nuestras novenas, será un aliciente para nuestras típicas palabras de este tiempo: … «Ven, ven, Señor, no tardes, ven que te esperamos. Ven pronto, Señor». Él mismo nos bendiga, nos guarde y nos proteja. 

Feliz inicio de novenas. Un muy feliz y esperanzador martes de novena. 

Palabra del Papa

Jesús atrae nuestra voluntad, que se opone a la voluntad de Dios, que busca la autonomía, atrae esta voluntad nuestra a lo alto, hacia la voluntad de Dios. Este es el drama de nuestra redención, que Jesús atrae a lo alto nuestra voluntad, toda nuestra aversión contra la voluntad de Dios y nuestra aversión contra la muerte y el pecado, y la une con la voluntad del Padre: «No se haga mi voluntad sino la tuya». En esta transformación del «no» en «sí», en esta inserción de la voluntad de la criatura en la voluntad del Padre, Él transforma la humanidad y nos redime. Y nos invita a entrar en este movimiento suyo: salir de nuestro «no» y entrar en el «sí» del Hijo. Mi voluntad existe, pero la decisiva es la voluntad del Padre, porque ésta es la verdad y el amor. (Benedicto XVI, 20 de abril de 2011).

ORACIÓN 

Padre celestial, al comenzar esta novena de Navidad, te pedimos que abras nuestros oídos y corazones para escuchar tu palabra.

Señor Jesús, al reflexionar sobre los dos hijos, reconocemos que es fácil decir: "Sí, Señor, prepararé mi corazón para Ti", pero también es fácil no cumplirlo. Te suplicamos que nos ayudes a ser como el segundo hijo: aquel que, aunque dudó al principio, finalmente fue y cumplió la voluntad del Padre. 

Que esta Novena no sea solo un ritual de palabras, sino un tiempo de obras concretas. Ayúdanos a demostrar nuestro amor por Ti y por el prójimo a través de actos de caridad, paciencia y servicio, tal como lo hicieron María y José al buscar un lugar para Ti.

Que, al finalizar estos nueve días, no solo hayamos dicho que te esperábamos, sino que hayamos actuado como verdaderos hijos que cumplen Tu voluntad, para que podamos recibirte con gozo genuino en Belén. Amén.

Reflexión sobre el Evangelio escrita por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo

En el Evangelio de hoy, Jesús nos narra la parábola del padre que pide a sus dos hijos ir a trabajar a la viña. El primero dice no, pero después se arrepiente y va. El segundo dice muy rápido ‘sí, señor’, pero se queda en casa. La pregunta es directa ¿cuál de los dos hizo la voluntad del padre? La respuesta es clara: el que se arrepintió y obedeció. 

El Señor nos enseña que Él no busca nuestras palabras elegantes ni nuestras promesas vacías. Lo que realmente le importa es la acción y el arrepentimiento sincero. Él prefiere un corazón que puede que al inicio se niegue, pero que luego rectifica. En lugar de un sí de labios que esconde la pereza o la mentira. 

¿Con cuál de los hijos nos identificamos hoy? Muchas veces somos el hijo que dice sí al compromiso con Dios, pero que vive de apariencias; prometemos cambiar, decimos que amamos al Señor y que haremos su voluntad, pero a la hora de la verdad, nos hacemos ‘de la vista gorda’ con el servicio, la oración o el perdón. 

Dios nos llama a la coherencia. No basta con saber qué hay que hacer, hay que levantarse e ir. La verdadera fe no se mide por el bien que hablamos de Dios, sino por lo que hacemos por Él y por los demás. El mensaje final es de esperanza: nunca es tarde para cambiar el no por un sí.

 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.