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12-ago.-2025, martes de la 19.ª semana del T. O.

«El Señor, tu Dios, avanza a tu lado. Él estará contigo: no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes».

«El Señor, tu Dios, avanza a tu lado. Él estará contigo: no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes». Con estas hermosas palabras que nos regalas hoy en el libro del Deuteronomio iniciamos nuestra jornada, colocados en tus manos y con la plena seguridad de que también se cumplirán en nosotros. Hoy te queremos pedir que nos regales el corazón de niños para que en su ternura e inocencia espiritual caminemos siempre a tu lado y tú nos concedes el poder servir y amar a nuestros hermanos. Que lo hagamos con sonrisa sincera, con manos inocentes que se tienden a los demás, con pasos seguros porque contamos contigo y con mirada inocente que mira con los ojos del corazón. No permitas que en este día extraviemos el camino que Tú nos señalas y, al contrario, tengamos la certeza de tenerte a nuestro lado. Guía nuestros pasos e inspíranos tus palabras esperanzadoras y consoladoras. Danos un corazón de niños que ame y sirva con sinceridad. Amén. 

Un muy feliz y productivo martes. Bendiciones abundantes. 

Meditación del Papa

Junto a Cristo y en Cristo, también nosotros pedimos entrar en sintonía con la voluntad del Padre, convirtiéndonos también nosotros en hijos. Jesús, por tanto, en este Himno de júbilo expresa la voluntad de implicar en su conocimiento filial de Dios a todos los que el Padre quiere hacer partícipes; y los que acogen este don, los "pequeños". ¿Pero qué significa "ser pequeños", sencillos? ¿Cuál es la pequeñez que abre al hombre a la intimidad filial con Dios y a acoger su voluntad? ¿Cuál debe ser la actitud de base de nuestra oración? Observemos el Discurso de la Montaña donde Jesús afirma: «Bienaventurados los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios». Es la pureza del corazón la que permite reconocer el rostro de Dios en Jesucristo; y tener el corazón sencillo como el de los niños, sin la presunción de quien se cierra en sí mismo, pensando que no necesita a nadie, ni siquiera a Dios. (Benedicto XVI, 7 de diciembre de 2011)

Oración introductoria

Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño pido también la intercesión de mi ángel de la guarda, de modo que tenga la docilidad para escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor.

Jesús, concédeme el don de buscar, con la sencillez y la nobleza de un niño, el amor.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.